Carta desde el exilio político nicaragüense a Su Santidad Papa Francisco

Carta desde el exilio político nicaragüense a Su Santidad Papa Francisco
Por qué es importante esta petición
Agosto 5 de 2022
Les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión! Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Su Santidad Papa Francisco
Ciudad del Vaticano
Muy estimado Santo Padre:
Le escribimos de Nicaragua, un grupo de ciudadanos y ciudadanas nicaragüenses, obligados a vivir en el exilio, huyendo de la violencia, la persecución y la violación permanente de los Derechos Humanos que desde hace varios años se vive en nuestro país, pero que han recrudecido en los últimos años. Somos víctimas de la violencia oficial de un Estado bajo el control y dominio del señor Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Somos nosotros con nombre propio quienes les escribimos con desesperación, pero lo hacemos en nombre de decenas de miles de nicaragüenses que dentro de territorio de Nicaragua viven bajo la zozobra y amenazas permanentes. y por temor a represalias, no pueden plasmar sus firmas con sus datos en este documento.
Santo Padre, le escribimos tras sentirnos conmovidos por las imágenes que vimos el propio día del presbítero en la fiesta de San Juan María Vianney, cuando Monseñor Rolando José Álvarez, Obispo de la diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, rodeado de agentes de la Policía Nacional se hincó con el santísimo en custodia tras ser impedido a ingresar al templo para celebrar los oficios religiosos propios de ese día.
Simultáneamente, a pocos kilómetros de Matagalpa, el sacerdote Uriel Vallecillo permanecía encerrado en la casa cural de la parroquia de Jesús de la Divina Misericordia del municipio de Sébaco, también rodeado por policías y fuerzas paramilitares afines al gobierno, que desde el día lunes, 1 de agosto llegaron a pretender apropiarse de los equipos de la estación de radio de la parroquia, que junto a otras radioemisoras operadas por la iglesia católica en diferentes municipios del departamento de Matagalpa habían sido cerradas por órdenes del gobierno. La presencia de fieles impidió que se apropiaran de los equipos de la radio, pero muchos fueron golpeados, heridos y apresados cuando la policía impuso la fuerza en los alrededores de la iglesia y de la casa cural. Todavía resuena en nuestros oídos el clamor del Padre Vallejos desde su encierro: “No me dejen solo”.
El régimen cerró en los últimos días 11 emisoras católicas y cuatro televisoras locales, sumado a 1174 organizaciones de sociedad civil cancelas arbitrariamente, entre ellas varias organizaciones religiosas que brindaban aliento a la población más empobrecida.
Santo Padre, como miembros de la Iglesia perseguida y atormentada de Nicaragua clamamos a Usted, líder espiritual ante una humanidad golpeada por desastres y por guerras, para que: “No nos deje solos”
Producto de la persecución que sufre la Iglesia de Nicaragua, dos de nuestros Pastores más queridos y respetados, Monseñor Silvio José Báez, Obispo Auxiliar de Managua y el Padre Edwin Román, párroco de la iglesia San Miguel Arcángel, de Masaya, se encuentran viviendo en el exilio en Estados Unidos para salvaguardar sus vidas. No sabemos cuántos más se verán obligados a tomar este camino forzoso también.
Nuestra Iglesia, nuestros templos e imágenes sagradas, Santo Padre, han sufrido atentados terroristas que no han sido investigados ni aclarados por las autoridades. El más terrible de todos, el ataque con bombas incendiarias que destruyó la venerada imagen de La Sangre de Cristo en la Catedral de Managua, en el pasado reciente.
Santo Padre, desde abril de 2018 más de 380 nicaragüenses han perdido la vida víctimas de la represión estatal, tal como han certificado organizaciones internacionales defensoras de los Derechos Humanos. Actualmente Santísimo Padre, más de 180 hermanos y hermanas están injustamente en las cárceles del régimen, sólo por el hecho de ser opositores al régimen y querer expresar sus pensamientos libremente. En Nicaragua reina totalmente la impunidad y el régimen tiene sumido al país en un Estado de excepción de facto.
Santo Padre, la persecución y el odio del régimen contra la Iglesia Católica no tienen ninguna justificación. Nuestros Pastores solamente han cumplido con el mandamiento del amor y el consuelo a los más débiles y oprimidos. Nuestros Obispos son acusados de ser cómplices de un intento de golpe de Estado, cuando en realidad lo que han hecho es buscar una salida pacífica y democrática a la profunda crisis que consume al país.
La conferencia Episcopal de Nicaragua fue invitada por el régimen para organizar y participar como testigos y facilitador en el diálogo nacional, el cual fracasó principalmente y entre otros factores por la intransigencia del régimen.
Igualmente, Santo Padre, en febrero de 2019, su excelencia Monseñor Sommertag, participó como testigo junto con un representante del Secretario General de la Organización de Estados Americanos en otro intento de diálogo entre representantes del régimen y de la oposición para buscar una salida pacífica a la crisis. Este nuevo intento fue apoyado y avalado por el régimen que firmó importantes acuerdos para restablecer los derechos fundamentales de la población pero que nunca los cumplió. Una vez más nuestra Iglesia, a través del Nuncio Apostólico, participó en un intento de buscar una solución a la crisis.
Santísimo Padre, nuestros Pastores no pueden ser acusados de haber promovido un golpe de Estado. La Iglesia de Nicaragua está siendo perseguida y martirizada por un régimen que se dice cristiano y católico, que manipula las manifestaciones externas de nuestra religiosidad y de nuestra devoción Mariana para fines políticos y con esto ofende nuestra fe.
A estas horas en que estamos terminando esta misiva ha circulado la nota de prensa número 077-2022 por parte de la Policía del Régimen en la que prácticamente se oficializa el inicio de una investigación para darle causa penal y anuncian la casa por cárcel de Monseñor Álvarez juntos a todas las personas de iglesia que le acompañan y tememos por lo que pueda pasar en las siguientes horas. Así tememos también por la vida de los más de 180 presas y presos políticos inocentes, ya son dos hermanos que mueren estando en la cárcel en manos del régimen. Santo Papa, no permitamos que muera uno más.
Santo Padre, sabemos las enormes responsabilidades que recaen sobre sus hombros en estos momentos tan difíciles y complejos para la humanidad. Nicaragua es un país pequeño y empobrecido, pero somos un pueblo que solo quiere vivir en paz y libertad, siguiendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y bajo el amparo de su Santísima Madre la Virgen María, y guiados por nuestros Pastores que, más que nadie, merecen vivir en paz y tranquilidad ejerciendo su apostolado.
Santo Padre, por todo lo anterior, le rogamos, le imploramos:
“No nos deje solos”
“Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado”. Monseñor Oscar Arnulfo Romero.