Queremos vivir la graduación con nuestra familia

Queremos vivir la graduación con nuestra familia
Marzo de 2020.
Un mes y un año que nos cambiaría la vida a todos. A algunos, lo haría para siempre.
Somos una generación que ha vivido su adolescencia encerrada en su habitación. Nos hemos pasado nuestros 15 y nuestros 16 sin poder ir a conciertos multitudinarios, estadios de fútbol, fiestas masificadas. Nos hemos pasado nuestros 15 y nuestros 16 sin poder abrazar a desconocidos, ver la sonrisa de nuestros amigos, nos han cancelado los conciertos de nuestra vida, y nos han impuesto un sinfín de restricciones que, aunque han sido duras para todos, hacen el triple de mella en la mente y el desarrollo social de un adolescente.
Somos una generación que, además de traer un enganche de serie a las pantallas, nos obligaron durante meses a vivir a través de ellas.
Nosotros no conocemos la típica frase de madre de "Esto no es una pensión" porque no tuvimos la oportunidad de irnos de casa por la mañana y volver sólo a comer y dormir. Cuando tuvimos la oportunidad de poder hacerlo, nos lo arrebataron. Y ahora, siendo casi mayores de edad, no conocemos otra realidad, y lo más triste de todo es que no conoceremos otra adolescencia.
Somos alumnos del Colegio San Cayetano y la pandemia nos arrebató el evento más importante de nuestra vida escolar: los Jocs Florals. Nos estábamos preparando con ilusión ese día, algunos ya teníamos comprados los trajes o los vestidos, teníamos los roles casi asignados y nuestras actuaciones más estudiadas que algún temario de Historia. Y nos quedamos sin eso.
Nos dijeron que nos lo devolverían al año siguiente, y tampoco pudo ser. Una pandemia que "sólo iba a ser dos semanas como mucho" se alargó más de dos años.
Ahora, que por fin parece que la normalidad asoma, que parece que nos devuelven la vida, ahora que no tenemos ni siquiera que volver atrás a por la mascarilla porque ya se puede estar sin ella en interiores, ahora que podemos volver a los estadios, que vuelven las fiestas multitudinarias, que nos abrazamos a desconocidos en las discotecas... Llega el segundo evento más importante de nuestra vida escolar: nuestra graduación. Y la Dirección del colegio se niega que asistan nuestros familiares a vivir con nosotros un momento que recordaremos toda nuestra vida.
Una medida sin sentido, teniendo en cuenta que llevaremos una vida completamente normal antes y después de ese evento, parece que el Colegio San Cayetano quiere encapsular la pesadilla de la pandemia en un evento tan especial para nosotros. Un evento en el que nos despedimos de toda una vida para dar paso a la siguiente, y donde -por descontado- queremos que estén nuestros familiares para abrazarnos antes y después de subir al escenario, para sacarnos fotos juntos y que nuestra abuela la ponga en la mesilla del salón.
Un día en el que podemos generar una cápsula de memoria imborrable junto a nuestra familia, la Dirección se niega a que podamos cumplirlo.
Una medida sin sentido, contraria a la que siguen el resto de instituciones.
Aunque las mascarillas ya no sean obligatorias en interiores, nos comprometemos a llevarla dentro del salón de actos con tal de poder darle un abrazo a nuestros padres al bajar del escenario siendo, oficialmente, futuros estudiantes universitarios.
No queremos seguir viviendo recuerdos a través de una pantalla. Suficiente tiempo hemos tenido que estar alejados de nuestros familiares. No es justo que nos lo sigan imponiendo cuando ya no es obligatorio.
Queremos que nuestra familia tenga la oportunidad de asistir a nuestra graduación.
En nuestras manos está devolver la humanidad al Colegio San Cayetano.