Esto no va de izquierdas o derechas, no va de siglas ni nacionalismos. Va de nuestro país, nuestra autonomía. Hablamos de personas que gestionan presupuestos astronómicos y nuestro futuro. No puede estar ligado a los caprichos personales del gobernante de turno, en lugar de a hechos objetivos. 

Necesitamos gobernantes que estén a la altura. Gente que sepa gestionar, que conozca la vida real, sacar adelante un negocio pequeño o llevar un gran departamento en una multinacional. Que sepa las consecuencias de tomar determinadas acciones, contratar a alguien o cesar un contrato. Que sepa ahorrar costes sin penalizar la vida de los ciudadanos. Se puede conseguir. No es tan difícil. Muchos españoles vemos estupefactos cómo nuestros gobernantes toman decisiones totalmente contrarias a la necesidad, y pensamos que hubiéramos hecho todo lo contrario. Hay mucha gente que podría estar en el gobierno, pero tenemos gente que no ha trabajado en su vida. Gente que ha vivido de la política desde la adolescencia, que ha trepado en la estructura de cada partido a base de echar horas, pegar carteles y tener un estómago agradecido. Ya está bien.

Podríamos tener gobernantes (que no políticos) a la altura? Claro, es fácil. Exijamos que cualquier gobernante (presidente, ministro, consejero...) acredite un mínimo de 10 años de experiencia en empresa privada en cargos técnicos, de gestión, que sepan lo que es la presión del coste, toma de decisiones, que esté acostumbrado a que su puesto de trabajo esté siempre sujeto a objetivos. No es tan difícil. No queremos ministros que lo único que hayan hecho en su vida sea leer libros y hacer una tesis doctoral basada en autores del siglo XIX. 

Qué hace falta? Sueldos a la altura. No es comprensible que un presidente de gobierno gane menos que cualquier jefe de departamento en una empresa mediana/grande. Necesitamos atraer talento. Que los mejores quieran llevar las riendas de nuestro país. España lo es. Es un gran país. No nos lo creemos y nos conformamos con la mediocridad. Pero hace falta valentía y dejar atrás el peor nivel político que hemos vivido nunca. 

No es cuestión de ideologías, siglas ni nacionalismos. Es cuestión de España.