Impulso esta iniciativa porque creo firmemente que no podemos demorar más tiempo. La situación de nuestro país requiere acciones inmediatas. Llegué a esta conclusión luego de preguntarme ¿Es posible sostener esta “ausencia” de gobierno por dos años más? Y, si eso ocurriera ¿Cómo pensamos que se encontrará nuestra sociedad para ese entonces? La respuesta a estos interrogantes me estremeció. Pido a todos mis compatriotas que leen esto que se hagan las mismas preguntas. Háganlo con total honestidad y desprendidos de toda preferencia ideológica y/o partidista. No estamos ante una encrucijada por discrepancias de pensamientos y visiones políticas, cosa normal que ocurre en todos los países. Se trata de definir si realmente consentimos (nosotros, las generaciones responsables de estos tiempos) en dejar una pesada -y probablemente irrecuperable- hipoteca a nuestros hijos, nietos y seres queridos que nos sucederán. Es decir, a nuestros herederos.
En argentina no se prevé revocatoria de mandato a nivel presidencial o método que demande a un gobierno anticipar las elecciones presidenciales. Pero si tenemos dos antecedentes por los cuales tal circunstancia se puede implementar. Alfonsín en 1989 y Duhalde en 2002. Es necesario aclarar que estos casos requirieron la decisión de los propios presidentes que dimitieron a sus cargos. Dudo que el actual gobierno tenga la predisposición a una acción similar. Pero pienso que eso no implica que los ciudadanos debamos renunciar a peticionar y a expresar nuestro eventual deseo de recambio institucional, mediante firmas. Siempre respetando mecanismos legales y democráticos. Y en conciencia de que estos mecanismos no son vinculantes.
Resulta imposible explayarse en una descripción exhaustiva sobre los estragos ocasionados (bien conocidos todos), y los que seguirán en lo que queda de mandato al actual gobierno. Por ineficiencia, incompetencia manifiesta e ignorancia, pero también por la intencionalidad espuria de sus objetivos.