Hace 3 años Yurany decidió tener a Agua Coral en su casa en una vereda de  Guatapé, la  bebé cambió de posición en pleno trabajo de parto, así que llamaron de emergencia a una ambulancia, la cuál tardó mucho para ir hasta la casa y en el trayecto Yurani sintió que algo no iba bien... su bebé como estaba desacomodada  sacó una de sus manos por su vagina, ella muy asustada la agarraba aferrándose a ella. Ya estando en el hospital, todo el personal fue a mirar el espectáculo de la mano de la bebé. No obstante Yurani pidió que le realizaran el parto ahí mismo, ella sabía que no se podía demorar más, pero los funcionarios del hospital dijeron que no, que no estaban en condiciones de hacerlo. Pasando los minutos la llevaron  a otro centro de salud, su hija seguía aferrada a su mano, pero pasados los minutos justo antes de llegar, su bebé le soltó la mano. Tuvo su trabajo de parto, pero la bebé nació muerta. Estuvo así unos 5 minutos, un doctor le aplicó choques eléctricos a la recién nacida, ella por fortuna abrió los ojos, y volvió a vivir hasta el día de hoy.

Esta es una de las miles de historias de La violencia obstétrica, que es de las violencias de género más invisibilizadas, es por esto que las entidades de salud Colombianas debería garantizar y tener un interés real para asegurar los derechos y  las garantías de la mujer en trabajo de parto, adecuando instalaciones, capacitando al personal de salud e implementando un sistema de parteras y doulas que acompañen el trabajo de gestación y de parto garantizado sin ninguna violencia.

La violencia obstétrica no es culpa de nosotras, el parto humanizado no debe ser un privilegio, Porque si queremos cambiar el mundo, hay que cambiar la forma de nacer.