Durante más de veinte años hemos asistido al acoso y derribo de Rocío Carrasco en los medios. El artífice del machaque psicológico y mediático de RC fue su exmarido,  atacándola en los dos aspectos en los que el doble rasero entre géneros es más pronunciado: la sexualidad y la paternidad/maternidad responsable. 

Rocío Carrasco ha venido defendiendo su derecho al honor y a la intimidad por los cauces legales absteniéndose a hablar públicamente por respeto a sus hijos aún menores. Aunque los fallos judiciales han sido casi siempre favorables a Carrasco, no por ello su exmarido ha dejado de difamarla e injuriarla  en revistas y platós, utilizando a los hijos de ambos y lucrándose con ello. 

Tras un breve paréntesis por una denuncia por malos tratos interpuesta por Rocío Carrasco a Antonio David Flores, una vez sobreseído el caso, ADF volvió al mundo mediático, esta vez acompañado de su hija Rocío Flores quien ha contribuido activamente en RRSS y en platós y revistas a la campaña en contra de la figura de su madre. 

Rocío Flores y su padre denunciaron dos veces en falso a Rocío Carrasco por maltrato a una menor. A resultas de la investigación fue Rocío Flores  condenada por maltrato continuado a su madre, presumiblemente alentada por su padre.

Víctima o no Rocío Flores de manipulación paterna,  consideramos que no se puede alentar la difamación y el escarnio a nadie y menos a una madre, como forma de vida. 

Trabajar en la televisión no es un derecho cuanto no se tiene formación ni rigor. Habla mal de nosotros como sociedad que en las colas del paro y en las colas del hambre haya profesionales formados y con experiencia y rigor mientras que en los medios se premia el maltrato, la injuria y la difamación. 

Rocío Flores fuera de la televisión.