Hola, soy María Ester y con mi familia estamos viviendo una situación muy triste y desesperante. Mi hija Mariana tiene 37 años y está internada en el Instituto San Carlos porque padece autismo. El hogar, ubicado en Temperley, Provincia de Buenos Aires, decidió prohibir las visitas desde el 12 de marzo de 2020 debido a la pandemia. 

Según el protocolo del hogar, no puedo ingresar a visitar a mi hija. No puedo verla, no puedo saber si está bien, si está sufriendo de soledad. Estoy preocupada porque como no la puedo visitar, ella seguro piensa que la abandoné. 

En agosto del 2020 sufrió un golpe en el brazo y me llamaron recién dos días después para que la llevara al hospital. La próxima vez que la vi fue recién en agosto de este año. Estuve un año entero sin ver a mi hija, y cuando por fin pude visitarla, fue a través de una reja y por cinco minutos. Después de esta visita comenzó a golpearse la frente, volviéndose contraproducente y muy frustrante esta visita. 

Hoy en día sigo sin poder visitarla. Es por eso que le pido a las autoridades de Buenos Aires que restituyan el derecho de estar junto a mi hija. Les pido que flexibilicen los protocolos para poder verla y para que ella pueda salir un rato a tomar aire con su familia.

Ya abrieron los boliches y ahora organizan y cubren los gastos de los viajes de egresados. Solo pido un poco de coherencia, necesito ver a mi hija, ¡piensa que la abandoné!

Firmá esta petición para que el gobernador Axel Kicillof y el ministro de salud Nicolás Kreplak flexibilicen los protocolos de los hogares para personas con discapacidad.