Dales señor el descanso eterno.

Vivimos en un momento de Réquiem en el planeta, de distintas latitudes y colores, del sangriento interés que existe detrás de las monedas y del poder.

Evitemos discriminar. Se ocupa adherir. Integrar.

De esta manera de integrarnos al interior del mismo yo, integrar nuestras debilidades y virtudes, aceptarnos y liberarnos del peso que en la espalda se suele cargar y que limita la prosperidad. En la espalda con nosotros nuestras fortalezas, nuestra familia, nuestros amigos, nuestras habilidades y virtudes, en ella sentirnos reforzados y libres de opresión. 

El Réquiem es un símbolo de la transformación que estamos viviendo en estos momentos; es el ícono de la integración entre dos mundos, el occidental y nuestra mata indígena. Ellos vinieron hacia nosotros a encontrarnos, pero a algunos les ganó la sangrienta ambición, en otros generosos y espirituales se vinieron a integrar como lo hizo Don Vasco de Quiroga (créditos a mi amigo Jorge). 

Podemos co-existir sin ensangrentarnos más, podemos compartir sin el miedo de la gandalles del otro.

Primero nuestro interior, que generemos el calor de la llama que significa esperanza. 

Segundo nuestro yo exterior, sin dejar de pasar por la fuerza de nuestro soporte en la espalda y llendo hacia el tercer punto, nuestra mandíbula que sea relajada sin amenaza, mejilla dispuesta y lengüa liberada de tensión y falsa pretensión. 

Liberar el verbo con tu firma. Adherir a este propósito. 

Réquiem para el mundo desde Michoacán.