Pumba era un perrito labrador de 8 años de edad que acompañaba, protegía y cuidaba a mi madre de 71 años. Vivía en Sincelejo, pero ocasionalmente mi madre lo llevaba a Chinú Córdoba a su casa de campo para que cambiara de ambiente. 

El 28 de septiembre, mi madre salió de la casa de campo y mientras tanto Fred Hoyos Ruiz, vecino de la casa, le dio la órden a su capataz de sacar a Pumba con engaños y asesinarlo con machete. Él mismo le afirmó a mi madre más de una vez, que lo había mandado a matar porque los perros de la zona se estaban comiendo a sus animales. 

Aunque nuestro amado Pumba era un perro acostumbrado a la vida citadina, solo se alimentaba de concentrado y no era cazador, el autor intelectual de su muerte, asumió que nuestro perro hacía parte de los que se comían a sus animales y lo mandó a matar. Lo torturaron y lo sepultaron aún agonizando.    

Lo único que sabemos del asesino es que se llama Abraham, que  no es de la zona, ni pertenece a la comunidad indígena de Bleo, quienes son testigos de lo ocurrido. Hasta el momento, la única entidad que nos ha respondido es la Fiscalía, nos dieron un número de radicado por la denuncia y nos informaron a qué oficina fue asignado este caso. 

Aunque este es un avance, le pedimos a la Fiscalía una acción contundente: que judicialicen y/o encarcelen tanto al asesino de Pumba como a quien dio la órden de matarlo. Firmando y compartiendo esta petición nos ayudarán a que se haga justicia y a que lo que le ocurrió a Pumba, no le suceda a más perritos. 

APOYA, FIRMA Y COMPARTE para ayudarnos a pedir #JusticiaParaPumba