El 30 de junio de 2020, la central térmica de Andorra se cerró para siempre. Atrás dejó una historia de desarrollo y prosperidad en la comarca de Andorra-Sierra de Arcos. Muchos trabajadores quedaron sin empleo, sin perspectivas y sin alternativas prometidas por un convenio de transición justa que no termina de llegar. Pero con el cierre vino también la planificación de la demolición de la central. Un emblema de toda la provincia que se pretende destruir por puro beneficio empresarial, sin tener en cuenta el valor patrimonial de la central.

La chimenea de la central, que algunos conocen cómo la "Torre Eiffel turolense", constituye la tercera estructura más alta de España. Preservar, remodelar y reconvertir esta estructura y su complejo podría dar una nueva vida e imagen a esta comarca. Los políticos, sin embargo, parecen no darse cuenta del daño irreparable que haría la pérdida de este patrimonio y las potencialidades que tendría como atracción turística y paisajística.

Algunas ideas han abordado esta posibilidad, como por ejemplo el manifiesto titulado "Una nueva vida para la Central Térmica Teruel en Andorra - Por qué no debemos desmantelar sus instalaciones". Esta u otras propuestas que respeten el patrimonio serían magníficos revulsivos para un pueblo que lucha por preservar su historia y por detener la despoblación.

El pueblo turolense, tan acostumbrado a ser ninguneado por los dirigentes políticos, no se resigna a pelear por mantener en pie su central. Esta vez no nos van a pasar por encima. Pedimos a ENDESA, al Gobierno de Aragón y al Ayuntamiento de Andorra que paren este despropósito.

DI NO A LA DEMOLICIÓN DE LA CENTRAL #SinPasadoNoHayFuturo