Los cambios estructurales que son necesarios en La República Argentina para que definitivamente seamos una Nación con peso propio y que nos lleve a ser "causa" y no "efecto", invariablemente dependen de un cambio de mentalidad que abone nuevos paradigmas no explorados o de probado éxito en otros Estados soberanos a nivel mundial. Ese proceso indiscutiblemente debe comenzar en los primeros niveles de "la educación". Consecuentemente, exijamos a los representantes del Pueblo de la Nación, que se trabaje en un proyecto serio, profundo y responsable que despierte el consenso requerido que exceda las apetencias sectoriales para su pronta sanción y ejecución. Esto se inscribe en una visión superadora de país y en un perfil de Nación peremne, más allá de los colores partidarios de turno, cuya prosecución deberá estar basada en "el consenso" que obliga a dar continuidad a una política de estado aún cuando sus gestores ya no ejercen la conducción. Por eso, es fundamental que hagamos oir nuestras voces a través de mecanismos formales que sin ser orgánicos, configuran en definitiva la voluntad soberana de los ciudadanos.