Pongan fin a las ‘falsas terapias’, a mi hijo Mario le costó la suya

Victoria

Pongan fin a las ‘falsas terapias’, a mi hijo Mario le costó la suya

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Por qué es importante esta petición

Mi hijo Mario, enfermo de leucemia, abandonó su tratamiento médico para acogerse a una pseudoterapia, recomendada por una persona que se hizo pasar por especialista en medicina naturista y ortomolecular, y que que aseguraba ser capaz de curar el cáncer con vitaminas.

Tras seis meses de calvario, esta falsa terapia le condujo a su muerte hace ya casi dos años, cuando él tan sólo tenía 21.

Ahora la Audiencia Provincial de Valencia me da la razón y ha reabierto el caso de Mario para procesar a esta persona por apartar a mi hijo del tratamiento que podría haberle curado. Pero mi lucha va más allá. Quiero que el caso de mi hijo sirva para iniciar un cambio legislativo, que regule adecuadamente la publicidad, difusión y práctica de estas llamadas ‘terapias alternativas’.

En España se promocionan y comercializan ciertas prácticas calificadas como “terapias naturales, complementarias o alternativas”, para tratar enfermedades, pero sin ningún tipo de respaldo científico real. Sus promotores se aprovechan de la falta de conocimientos científicos de una buena parte de la población y las connotaciones positivas de términos como natural, orgánico o sin efectos secundarios, para prometer unas curaciones que no se dan y unas mejorías que, según los ensayos clínicos más rigurosos, no van más allá del efecto placebo.

Este desconocimiento lleva a muchas personas a elegir las pseudoterapias como primera opción de tratamiento o incluso el abandonar la medicina científica. El resultado extremo son numerosos casos de muertes prematuras y evitables.

Además, ocasionan daños económicos y morales, porque no sólo no proporcionan las curaciones ni beneficios que prometen y por los que el enfermo paga, sino que también perjudican moral, psicológica y económicamente al paciente, su entorno familiar e incluso a la sociedad en su conjunto. A mi familia le costó unos 4.000 euros en tratamientos.

El ‘especialista’ que trató a mi hijo Mario no sólo le convenció para que se negara a un trasplante y a darse la quimio, sino que le prescribió un tratamiento que interfería en su recuperación con elementos contraproducentes, como hongos y alcohol.

Únete a mí y pide a las autoridades políticas de nuestro país que creen normas específicas para acabar con estas técnicas sin aval científico >>

Victoria

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