Cada vez son más los casos de desapariciones de adolescentes que tienen en jaque a su comunidad y a su familia, que movilizan fuerzas públicas y redes sociales, y que resultan ser casos de "niñatos" y "niñatas" que tenían ganas de correrse una juerga, de aceptar un reto de alguna página de Internet, o se aburrían en su casa. Se ve que no les contaron, o que no les caló el mensaje del cuento popular del pastorcillo mentiroso, y que o, no son conscientes, o les da absolutamente igual lo que le pueda pasar a alguien que no sean ell@s mism@s. Evidentemente lo que consigue este tipo de comportamientos es que la gente deje de estar interesada en ayudar en casos de desaparición de adolescentes o que se interesen cuando ya es demasiado tarde para hacer algo.  Es vital movilizarnos en casos de desapariciones reales lo antes posible, compartir fotos y tratar de recabar toda información de ayuda para encontrar a la persona desaparecida, pero estos comportamientos hacen que los ciudadanos pasen de compartir pensando que es un bulo u otro graciosill@ haciendo la tontería de turno. Considero que estas falsas desapariciones deberían de ser penadas de alguna manera a pagar por los perpretantes, no por sus padres con una multa, sino con servicios a la comunidad o lo que se le ocurra al jurista de turno. Algo disuasorio para estos adolescentes y que devuelva a la comunidad algo tras ser tomada por estúpida por éstos.